Ni mucho ni poco: hasta los dos años, ¡cero pantallas!

La Organización Mundial de la Salud hace nuevas recomendaciones sobre los hábitos infantiles tras revisar los últimos estudios.

Ni un ratito, ni medio. Los bebés no deben interactuar con el móvil ni con ninguna otra pantalla al menos hasta los dos años. Y a partir de esa edad y hasta los cinco, cuanto menos accedan a estos dispositivos mejor y, en todo caso, nunca más de una hora al día. Al menos esas son las nuevas recomendaciones emitidas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) tras revisar un centenar de estudios realizados en diversas partes del mundo en relación a las actividades infantiles.

Los expertos de la OMS han presentado esta semana una guía con recomendaciones concretas sobre el tiempo diario que los niños menores de cinco años deben dedicar al sueño y a la actividad física pensando en su crecimiento, su desarrollo cognitivo, la instauración de unos hábitos saludables y acortar el tiempo de sedentarismo.

”Mejorar la actividad física, reducir el tiempo de sedentarismo y asegurar al niño un sueño de calidad mejoran su salud física y mental, así como su bienestar en general, previenen la obesidad y otras enfermedades más adelante en la vida”, explicó en rueda de prensa Fiona Bull, especialista en prevención y salud pública y una de las responsables de la guía en la OMS.

No es la primera vez que desde el ámbito médico se recomienda alejar a los niños de las pantallas, en especial a los más pequeños. En 2013, la Asociación Japonesa de Pediatría ya lanzó una campaña con el lema “no permitas que el smartphone sea una niñera de tus hijos”. Y el año pasado la Academia Americana de Pediatría (AAP) advertía a los padres de los peligros de usar la tecnología como “un chupete emocional”. “El móvil puede ser muy efectivo para mantener a los niños tranquilos y callados pero no debe ser la única forma en que aprendan a calmarse; los niños necesitan que se les enseñe cómo identificar y manejar las emociones fuertes”, advertían los pediatras.

Calmar y distraer a los bebés con el móvil repercute en su conducta, capacidad de atención y aprendizaje futuros

Y neuropsicólogos como Álvaro Bilbao, autor de El cerebro del niño explicado a los padres (Plataforma), defienden que los menores de seis años no deben entrar en contacto con los dispositivos tecnológicos, y no por temor a que se hagan sedentarios o ganen peso, sino por razones psicológicas, fisiológicas y de desarrollo que acabarán afectando a su comportamiento. Porque la forma en que se entrena el cerebro a estas edades tempranas ante una frustración, un esfuerzo o una recompensa condiciona su conducta futura y su posterior capacidad de atención aprendizaje.

De hecho, algunos estudios muestran que una mayor exposición a las pantallas de los niños está asociada a una mayor prevalencia de problemas de autocontrol (habituados a la distracción y recompensa constante no aprenden a ser pacientes ni a esforzarse), de déficit de atención (se acostumbran a estímulos muy intensos y cambiantes y no saben esperar), mayores niveles de depresión infantil (porque dependen de estímulos que provocan pequeñas recompensas en los circuitos cerebrales pero ninguna satisfacción), y mayor fracaso escolar (porque es difícil aprender si no encuentran focos de interés ni atienden).

Por ello la guía elaborada por la OMS enfatiza la importancia de seguir pautas saludables en los primeros años de vida, durante la infancia temprana, en la que se produce un rápido crecimiento y desarrollo cognitivo, se forman los hábitos de los niños y además las rutinas familiares están más abiertas a los cambios y pueden resultar más adaptables. Y los expertos que la han elaborado han decidido ser muy precisos en sus recomendaciones adaptándolas atres categorías de edad: antes de los cinco años: menos de un año, entre uno y dos años, y entre tres y cuatro.

Bebés

Para los bebés se propone estimular su actividad física varias veces al día y privilegiar el juego interactivo mientras están acostados. Y para aquellos que todavía no tengan movilidad, se aconseja colocarlos al menos 30 minutos a lo largo del día boca abajomientras están despiertos.

También se advierte que los momentos de pasividad –incluidos los que el niño pasa en un carrito o sillita de bebé, o sujetos a la espalda o contra el pecho de quien se ocupa de ellos– no deben superar una hora seguida. Y las pantallas de cualquier tipo, –desde el móvil a la televisión, pasando por los vídeos, los juegos de ordenador o las consolas– están totalmente desaconsejadas.

Y se detalla que las horas de sueño deben totalizar entre 14 y 17 en los primeros tres meses de vida, y entre 12 y 16 horas hasta los once meses, incluidas las siestas.

Entre 1 y 2 años

Para los niños entre uno y dos años, la actividad física debería ocupar al menos tres horas (180 minutos) del día, y adoptar distintas formas. Y en cuestión de pantallas, mientras para los niños de un año se establece que deben evitarse siempre, para los de dos se menciona que el máximo debe ser una hora al día, aunque se subraya que menos sería mejor.

En cuanto a las horas de sueño, se aconsejan entre 11 y 14, lo que incluye el sueño regular y el tiempo que toma el despertarse.

3-4 años

Para los niños de 3 y 4 años se siguen aconsejando al menos 180 minutos de actividad física variada, concretando que al menos 60 minutos de debe consistir en ejercicio de cierta intensidad.

Además se explica que un mayor tiempo dedicado a la actividad física es más saludable, mientras que el tiempo consagrado a las pantallas no debe ir más allá de una hora.

Por lo que respecta a las horas de sueño, en esta franja de edad se rebaja ligeramente, a entre 10 y 13 horas diarias.

Por otra parte, los expertos alientan a los padres y cuidadores de niños de cualquiera de estas edades –entre cero y cinco años– a aprovechar los momentos de tranquilidad para realizar actividades interactivas, como leer o contar una historia al niño y jugar con él.


Leer informe final


Fuente: 

WHO guidelines on physical activity, sedentary behaviour and sleep for children under 5 years of age. Geneva: World Health Organization; 2019.

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