30 años en el aula, una trayectoria impecable en políticas públicas de educación y el mundo académico, son el motor con que esta destacada profesora impulsa su trabajo en Alianza PDV en pos del pensamiento matemático y la motivación de los docentes.
Inmediatamente después de titularse de Ingeniero Civil en la Universidad Católica, Ana María Oyaneder se quedó trabajando un semestre en la universidad. Fue ahí donde se dio cuenta de que “su tema” era la educación, por lo que volvió a estudiar, esta vez Pedagogía en matemáticas, mientras en paralelo trabajaba en colegios.
Esa historia que surge en la década de los ochentas, la tuvo trabajando tres décadas – hasta 2014 – en las aulas de colegios particulares, especialmente en el Grange, colegio del que es ex alumna y en el que trabajó un poco más de veinte años. En esta trayectoria no sólo fue profesora de matemáticas, sino también llegó a ser Directora Académica en dos colegios, mientras en paralelo ejercía como examinadora del Bachillerato Internacional en el área de Matemáticas.
En paralelo a su etapa como profesora en colegios y gracias a su amplia experiencia y expertise, Ana María trabajó también en la creación de la Escuela de Educación de la Universidad del Desarrollo y en el Mineduc a cargo de los textos escolares de todas las áreas a nivel nacional.
Fue directora del área de Educación Media de la Universidad Finis Terrae, donde creó y dirigió el Magíster en Educación en Matemáticas. También participó de la fundación de la Agencia de Calidad de la Educación, que está cargo de evaluar el desempeño de los colegios.
“Mi interés para seguir trabajando era poder tener llegada con los profesores, ojalá con los de sectores más vulnerables. Quería aportar a los profesores ya adultos que no recibieron originalmente una formación con las habilidades que se requieren hoy”. Esta visión es una de las razones para que Ana María se instalara en Alianza PDV, a cargo del área de matemáticas.
“Una clase de matemáticas es la misma hoy, que en 1900”. Es su lapidaria sentencia. Al ser la jefa de matemáticas de nivel superior, trabajando en el Bachillerato Internacional, tuvo acceso a conocer lo que ocurre a nivel mundial en matemáticas y ciencias. Ahí se dio cuenta de que la situación de este ámbito en América Latina es crítica. “No hemos hecho contribuciones claves a lo que está ocurriendo. Un factor clave en el desarrollo de los estudiantes son los profesores y tenemos una falencia muy importante, en parte por su formación y en parte por lo difícil que es para ellos el acceso a lo novedoso”, explica Ana María.
Su visión es clara y es consistente con lo que plantea Alianza PDV en su trabajo con docentes y colegios. “Las neurociencias cambiaron las teorías educativas. Es necesario conectar, ampliar y potenciar la red de aprendizaje”. Ello tiene una bajada práctica clara en el proceso de enseñanza-aprendizaje de las matemáticas: “Trabajamos matemáticas para el siglo 21. Buscamos el desarrollo de habilidades y del pensamiento matemático. Lo importantes es que el niño aprenda estrategias para resolver problemas. Pero no sólo los ejercicios del aula, sino también problemas de verdad, situaciones en las que hay que pensar qué recursos se tienen, cuáles buscar, intentar soluciones, evaluarlas. De alguna forma, poner en juego la creatividad, el pensamiento crítico, la comunicación y el trabajo colaborativo”, explica.
Ana María cita a Gardener con amplia convicción cuando explica que el deber de los profesores es desarrollar mentes disciplinares y, en general, hoy están más preocupados de ver los procedimientos matemáticos que de desarrollar mentes matemáticas. “Los alumnos preguntan ¿por qué estamos estudiando esto? Y no se les da respuesta. Necesitan encontrarle el sentido a lo que están aprendiendo. Conectar con lo que están aprendiendo y proyectar. Abrir conexiones”. Este problema sería común a toda América Latina y tiene que ver con la ausencia de una lógica de progresión. “Los profesores no entienden cómo conectar con lo anterior y lo posterior para lograr hacer una progresión. Los colegios debieran tener toda el área de matemáticas conectada. Los colegios tienen que tener la línea, cuando te centras en habilidades la línea de desarrollo es transversal desde básica a media”. Ana María refuerza su comentario, planteando que en la educación media lo que prima es la materia y no la habilidad desarrollada. No se miden las habilidades, ni cómo hacer el trayecto de desarrollo de la habilidad, cómo detectar en qué estado de habilidades está el alumno y cómo avanzar.
Junto con su claro diagnóstico, Oyaneder explica la estrategia que están implementando con Alianza PDV: “Buscamos llegar con teoría simplificada de esto a los profesores, darles material para que sus alumnos desarrollen habilidades matemáticas. Para ello, la idea es trabajar con matemáticas aplicadas en formato laboratorio y con un área de ejercicios de desarrollo de habilidades”.
No obstante, Ana María destaca que no sólo hay un tema de cambio de concepción y foco en los profesores, sino que también un revalorar la profesión y reencantarse con el rol tan crucial que cumplen: “Es tan importante que los profesores tengan las máximas expectativas de sus alumnos.
Los talentos que hay en los niños de sectores vulnerables son idénticos a los de sectores no vulnerables. Si uno como profesor se creyera el cuento de que puede hacer un cambio a través de la educación, a lo mejor sería distinto”, dice. Por ello es importante desarrollar en ellos un encanto, que crean que pueden hacer la diferencia. “A mí no me cabe duda de que si un profesor sabe que de él depende el futuro de su alumno, va a hacer lo humanamente posible por ayudarlo.
Si siente que no puede hacer nada, no va a hacer nada”, concluye con ímpetu.
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